miércoles, 27 de agosto de 2014

PARMÉNIDES



Para Parménides el ente es uno e inmóvil, no hay naturaleza, y la física debe ser suprimida sin preámbulos. Con estos aportes Parménides sistematiza, por primera vez, la filosofía occidental, haciendo sus primeras reflexiones metafísicas a partir del ser.
Este pensador introduce también la deducción lógica para explicar conceptualmente la realidad a partir de la sola razón, sin apelar en modo alguno a los sentidos. Luego vendría Aristóteles con su obra el Organon para instaurar la lógica como una ciencia formal.
Parménides fue el primero en sostener la superioridad de la interpretación racional del mundo y en negar la veracidad de las percepciones sensibles. Claro, esto en desacuerdo y en confrontación con el pensamiento de Heráclito, quien exalta el devenir. Tal problema continuó sin solución hasta la llegada de Platón y Aristóteles, siendo éste último quien lo resolvió con la teoría del acto y la potencia.
Parménides expone su doctrina, la afirmación del ser y el rechazo del devenir, del cambio. El ser es uno, y la afirmación de la multiplicidad que implica el devenir, y el devenir mismo, no pasan de ser meras ilusiones: “Ver, oír o sentir no producen certezas, sino solo creencias y opiniones”.
Es con ello, que Parménides valida la importancia de la investigación metódica y racional para verdaderamente tener la certeza de los fenómenos y postular cuestiones con verdadero rigor científico.
Expone su doctrina a partir del reconocimiento de dos caminos para acceder al conocimiento: la vía de la verdad y la vía de la opinión. Sólo el primero de ellos es un camino transitable, siendo el segundo objeto de continuas contradicciones y apariencia de conocimiento.
Parménides también afirmó que el no ser nunca es pensable El fijismo de Parménides se explico de esta manera: “El ser es entero, es decir no puede ser divisible, lo que excluye la multiplicidad. Para admitir la división del ser tendríamos que reconocer la existencia del vacío, es decir, del no ser, lo cual es imposible”.
La continuidad del ser se impone necesariamente, y con ello su unidad. Igualmente, ha de ser limitado, es decir, mantenerse dentro de unos límites que lo encierran por todos lados.
El ser es inmóvil, pues, de lo visto anteriormente queda claro que no puede llegar a ser, ni perecer, ni cambiar de lugar, para lo que sería necesario afirmar la existencia del no ser, del vacío, lo cual resulta contradictorio.

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